Vuela con Aerocene Pacha en Alta Gracia, Córdoba

En el marco del 19° Ciclo del Posdoctorado CEA titulado “Ecología política, poéticas ambientales y luchas sociales” de 2024, celebrado en Alta Gracia, Córdoba, se presentó la película Vuela con Aerocene Pacha, hacia el Aeroceno. Este film, dirigido por Maximiliano Laina y Tomás Saraceno, cuenta con la coautoría de la escritora Claudia Aboaf en el guion.

El ciclo, coordinado por Claudia Aboaf en colaboración con Gabriela Merlinsky y Daniel Hocsman, se inscribe dentro de las actividades del Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba.

Museo Aero Solar Rosa Río

Museo Aero Solar es un proyecto comunitario y abierto que ha sido replicado en todo el planeta. En los últimos 17 años, aterrizó en 60 destinos, 25 países de todo el mundo en los que se realizaron 82 proyectos desde el año 2007 hasta el presente. Al construirlo e intervenir con múltiples creatividades y sensibilidades, habitarlo o volarlo, descubrimos la oportunidad de viajar con el espíritu, de encontrarnos en sueños y pensamientos, y de llegar a lugares y emociones que de otra forma quedarían inexplorados.

Nacido en conversaciones entre Tomás Saraceno y Alberto Pesavento en 2007, el Museo Aero Solar se despliega en un espacio telúrico formado por seres humanos y no humanos a través de los sencillos actos de cooperación y la reutilización de bolsas de plástico, dando vida a una escultura aerosolar.

Durante su construcción, invitamos al público a dejar su huella, dibujando, escribiendo historias, creando sueños y deseos.

 

Campaña de recolección comunitaria de bolsas de plástico

Invitados por el CEC (Centro de Expresiones Contemporáneas), un pequeño grupo de las comunidades Museo Aero Solar y Aerocene de Buenos Aires, viajó a Rosario para impulsar el proyecto, que apuntaba a recolectar 5000 bolsas de plástico de cualquier color y estampa con la ayuda de la comunidad, mediante los siguientes puntos de recolección:

  • El CEC
  • Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes
  • Licenciatura en Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR
  • El Centro de la Juventud
  • La Florida

Continuando el impulso y relación de la comunidad de Aerocene con la ciudad de Rosario, que comenzó hace 5 años en 2019 con la inauguración de los Galpones de Franja del Río, Aerocene y la comunidad Museo Aero Solar aterrizaron en Rosario una vez más en 2024.

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Construcción colectiva del Museo Aero Solar

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El martes 18 de junio, la comunidad de Aerocene se unió junto a arquitectos, diseñadores y estudiantes y el equipo del CEC. Usando cintas, tijeras y bolsas, creamos de manera comunitaria el primer paño del gran tetraedro, que continuó expandiéndose durante las siguientes semanas. 

 

En este proceso participaron también adolescentes del Instituto Belgrano, quienes aportaron sus dibujos al gran paño colectivo que se iba armando. Entre los mensajes escritos, se pudo leer “Sé feliz” y “Mereces lo que sueñas”, escrito por una estudiante de la Escuela de Bellas Artes de la UNR. Otro grupo de estudiantes de la UNR escribió: “Universidad Pública Siempre”.

 

En el patio central de la Facultad de Humanidades, extendimos el gran paño y entramos a  la burbuja formada por el paño inicial, siguiendo el canto en guaraní que propuso una de las alumnas. Al ritmo de “Ororú” nos mecimos en el aire, con el mensaje de ir juntos “caminando hacia la tierra sin mal”.

 

La campaña de recolección y re-significación de bolsas de plástico continuó con todo el impulso de la ciudadanía en Rosario, logrando el hito de 2500 bolsas recolectadas el 1ro de Julio y llegando al increíble número de 5000 bolsas aportadas tan solo una semana más tarde.



Inauguración - Festival de Vuelo y ciclo de películas Aerocene

Después de semanas de trabajo apasionado con la participación de más de 300 amigxs y miles de bolsitas de plástico recicladas, la inauguración del Museo Aero Solar tuvo lugar el 12 de julio en un escenario inmejorable: la ribera del Río Paraná.

La mañana comenzó con una sesión de vuelo aerosolar a la vera del Río Paraná con las esculturas de la Mochila Aerocene. Junto con amigxs, corrimos en círculos  sosteniendo la enorme apertura de la escultura para llenarla de aire, el mismo aire que todxs respiramos.

Con una suave brisa del norte y algunos rayos de sol, las esculturas negras y transparentes se elevaron junto al CEC, dando la bienvenida a la inauguración del Museo Aero Solar.

A las 12hs del mediodía comenzó una breve ceremonia de inauguración en la que miembros de la Comunidad de Rosario relataron con distintas miradas cómo el proyecto se enmarca en la ciudad, su gente y su cultura. Pero también enfatizaron en un contexto más amplio la forma en que el proyecto convocó a una  gran red de instituciones  y colaboradores gracias a quienes fue posible llevar a buen puerto este Museo Aero Solar.

Acompañadxs por la música del Dúo Ñapindá, la inauguración contó también con una sesión de danzas circulares con canciones elegidas por la comunidad, sutilmente guiada por la poetisa Amalia Boselli.

 

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Por la tarde, muchas familias se acercaron a ver las esculturas volar, y de la mano de la Comunidad de Aerocene, se dictaron talleres de vuelo aerosolar abiertos a la participación del público.

La exhibición del Museo Aero Solar incluyó un ciclo de cortometrajes del cineasta Argentino Maxi Laina, quien ha acompañado al artista Tomás Saraceno durante más de 30 años. Las películas exhibidas fueron:

– Sobre el aire (2018)

Documental poético y performático sobre la obra de Tomás Saraceno que busca transmitir

sensorialmente el punto de vista de un globo aero solar, su interacción con otras entidades y una búsqueda de un mundo libre de fronteras y combustibles fósiles. (Proyectado en el

Palais de Tokyo durante la muestra Carte Blanche de Tomás Saraceno)

 

– Futuros posibles (2019)

Documental poético social que narra diferentes acciones realizadas por la Fundación

Aerocene en comunidades vulnerables alrededor del mundo. (Proyectado en el Palais de

Tokyo durante la muestra Carte Blanche de Tomás Saraceno)

 

– Museo Aero Solar (2022)

Proyectado en la 17 Bienal de Arquitectura en Venecia 2021. Narra las diferentes acciones

del proyecto Museo Aero Solar alrededor del mundo.

 

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Charla por la justicia ecosocial y Teatro de sombras

El sábado 13 de julio, un día después de la inauguración, sucedieron cosas hermosas: recibimos a nuestra amiga Mel Argento, investigadora CONICET y militante ecofeminista quien forma parte de Abogados Ambientalistas, del Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial y el Grupo de Geopolítica y Bienes Comunes. 

En su exposición, Mel expresó la alegría de compartir con la comunidad de Aerocene este proyecto artístico y comunitario en un contexto actual de crisis ambiental y socioeconómica. Subrayó la necesidad de nuevas formas de pensar y actuar, enfocándose en la justicia ambiental y social, y criticó las soluciones tecnológicas que benefician solo a unos pocos privilegiados. En cambio, Mel promovió la gestión colectiva de bienes y energías, inspirándose en prácticas indígenas y en el Museo Aero Solar. Mel resaltó la importancia del arte como herramienta para imaginar y construir futuros posibles, basados en la interdependencia y el cuidado mutuo, proponiendo un cambio hacia una sociedad más justa y sostenible para todos.

La poetisa Amalia Boselli estuvo a cargo del taller de teatro de sombras. Por medio de sombras proyectadas sobre el Museo Aero Solar, Ama experimentó con esta antiquísima técnica para fomentar la imaginación, la narración y la colaboración. Luego, frente al río, Ama llevó a cabo también un taller de vuelo poético y exploración de sensibilidades mediante el vuelo aero solar.

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Agenda Aero Solar Rosarina

Las actividades propuestas por el CEC continuaron luego del evento inaugural el 12 de julio.

El 13 de julio, adolescentes se reunieron en una matiné de invierno con presentaciones de bandas en vivo, mientras que el 19 de julio, el ciclo “Solo por hoy” presentó un choque musical con CKCK Dúo y Puka en DJ set.

El 20 de julio, un encuentro enfocado en la ecología permitió explorar la biodiversidad de los humedales a través de actividades lúdicas y una estación de termofusión, reutilizando bolsas plásticas del Museo.

El ciclo “Solo por hoy” continuó el 26 de julio con Mingus Motion y Sofi Casadey, seguido el 27 de julio por el “Club de desconexión”, un espacio para la relajación, yoga y meditación.

En agosto, el 2 tuvo lugar el desfile cultural de Zarpar con Mike Amigorena y Manu Piró, mientras que el 3 se celebró el Festival de las Infancias, y el cierre del 10 de agosto combinó deporte, poesía y fotografía en un evento final lleno de creatividad y reflexión.

Créditos del Proyecto Museo Aero Solar Rosa Río

Desde Aerocene queremos destacar la participación de Ofelia Fernández, Amalia Boselli y Gabriela Sorbi que se suman por primera vez en este MAS Rosario creando “La grupa”, un equipo femenino e interdisciplinario que se puso al hombro el proyecto en momentos de zozobra y le dieron una impronta muy particular.

Queremos expresar un enorme agradecimiento a Maxi Laina que a la distancia, con cercanía, inspiró y coordinó la comunidad del Museo Aero Solar Rosario desde Reggio Calabria, Italia.

Video MAS Rosa Río

Dirección Maxi Laina

Producción Ofelia Fernández

Producción Aerocene Joaquín Ezcurra

Coordinación construcción MAS Carlos Almeida

Cámara y Edición Gabriela Sorbi

Cámara Cec Mariano Ferrari

Teatro de sombras, taller Futuros Posibles y danzas circulares Amalia Boselli

Musica Andina: Ezequiel Laina, Martin Torres Manzur y Germán Juárez



Comunidad Museo Aero Solar

Amalia Boselli
Ofelia Fernández
Gabriela Sorbi
Mel Argento
Maxi Laina
Carlos Almeida
Susana Díaz Paradot
Mica Almeida
Marco Buenavista
Joaquín Ezcurra

Equipo CEC

Ernestina Fabbri, Guillermo Calluso, Guillermo Pasquini, Fernanda Rivero, Julieta Rucq, Lilén Pelozzi, Jonatan Morabes, Magalí Drivet, Josefina Cricco, Facundo Lencina, Germán Mengo, Fernanda Mordini, Daniela Llanos, Adrian Chicando, Soledad Ferreyra, Angeles Vieyra, Hernan Altamirano, Martin Fiumato, Daniela Llanos, Lucas Roldán, Vladimir Lass.

 

Instituciones Colaboradoras

Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC)

Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes: Licenciatura y Profesorado en Bellas Artes Escultura III, Profesora Licenciada Susana Daz Paradot

Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño UNR, Licenciatura en Diseño Gráfico, 

Licenciada Fabiana Miorini

El Centro de la Juventud

La Florida

Galpón 11

Escuela Secundaria Belgrano

Secretaría de Ambiente y Espacio Público

Fundación Rosario

 

Participantes Museo Aero Solar Rosa Río

Agostina Salvidio Sánchez

Agustina Daiana Campos

Agustina Desmedt

Agustina Gregoris

Ailén Gallina

Alma García Cimolai

Amalia Lanzón

Ana Candela Pueblas

Ángel Villar Damián

Angela Porrini  

Angie Amarillo  

Anna Abril Cipollone  

Catalina Savino  

Celeste Casals  

Cintia Colazzo  

Claudia Monzón  

Cristina Tenaglia  

Dante Spinozzi  

Delfina Giovanetti  

Emilia Casaccia  

Emma San Millan  

Eugenia Lujan Illanes  

Eugenia Marelli  

Facundo López  

Fátima Cardozo Silguero  

Florencia Avalos  

Florencia Boccaccio  

Frida Bertolotti  

Gabriela Elias  

Galo Martinez Dorr  

Gaspar Losno  

Gerónimo Abdo  

Gonzalo Címbaro  

Guadalupe Ordazzo Haidar  

Guida Vincenzo  

Ignacio Maderna  

Ignacio Nuñez  

Ivo Di Chiazza  

Juan Pereira Marques  

Julieta Byorkman  

Lara Jazmín García

Leonardo Suárez Guzmán  

Leonela Cherara  

Lila Ruggeri Sfascia  

Livia Litmanovich  

Luca Bernardi  

Lucia Uzinger  

Magdalena Belcastro  

Maia Ludueña  

Maite Ayala  

Maria Balaguer  

María J Navarro  

María Julia Gimenez  

Mariquena Yuan  

Martina Amici  

Mateo Quintero  

Matías Achilli  

Maylén Abregú  

Melina Avalos  

Milagros Nuñez  

Paola Murias  

Pilar Gorischnik  

Regina Gutierrez  

Rocío Tarabán  

Rosaria Di Bartolomeo  

Sofia Pasetto  

Sofía Espinoza  

Sofía López  

Sofía Sinner  

Sol Aranda  

Solana Guereta  

Sophia Ruesca  

Susana Rasclard  

Valentina Castillo  

Venecia Puz  

Victoria Isabel Naharro  

Yazmin Otero



Marcha Federal Universitaria

DEFENDAMOS LA EDUCACIÓN PÚBLICA ARGENTINA 🩵☀️🤍🩵

El martes 23 de abril marchamos con la escultura aero solar Aerocene intervenida con esta leyenda en la FADU, UBA, en el marco de la construcción del Museo Aero Solar de la Cátedra Proyectual Goldenstein.

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“Va tomando aire y vuelo una sociedad que se está despertando”

Las palabras de Carlos Almeida @carlosalmeida.unsam nos recuerdan que la lucha por la educación pública es una lucha por el futuro de nuestro país.

Nuestra participación en la Marcha fue retratada por el diario Página 12! 

https://www.pagina12.com.ar/731579-la-lucha-simbolica-por-la-marcha-educativa

Manifestación FADU UBA

Museo Aero Solar FADU UBA

Cátedra Goldenstein

El 22 de Abril a las 11 a.m., el corazón de la FADU latió al ritmo de miles de manos que se unieron en un aplauso por la Universidad Pública. En el patio central, dos paños de Museo Aero Solar en construcción, representaban la metáfora de una construcción aún más importante y colectiva: la de la educación pública.

Con esa energía vibrante como telón de fondo, se retomó la construcción de un Museo Aero Solar -Iniciado en conversaciones entre Tomás Saraceno y Alberto Pesavento en 2007-, en manos de profesorxs y alumnxs de la Cátedra Proyectual Goldenstein de la FADU, UBA.

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El 22 de Abril a las 11 a.m., el corazón de la FADU latió al ritmo de miles de manos que se unieron en un aplauso por la Universidad Pública. En el patio central, dos paños de Museo Aero Solar en construcción, representaban la metáfora de una construcción aún más importante y colectiva: la de la educación pública.

Con esa energía vibrante como telón de fondo, se retomó la construcción de un Museo Aero Solar -Iniciado en conversaciones entre Tomás Saraceno y Alberto Pesavento en 2007-, en manos de profesorxs y alumnxs de la Cátedra Proyectual Goldenstein de la FADU, UBA.

La actividad contó una vez más con el apoyo incondicional del equipo docente de la Cátedra Proyectual Goldenstein, liderado por la incansable Flavia Goldenstein, junto al entusiasmo inagotable de Carlos Almeida y Joaquín Ezcurra, de las comunidades Museo Aero Solar y Aerocene.

Hicimos un llamado a toda la comunidad de Aerocene, de la FADU, UBA y de todas las Universidades Nacionales de Argentina a unirse en defensa de la educación pública, la ciencia y el sistema universitario nacional en la Marcha Nacional Universitaria del martes 23 de Abril.

Museo Aero Solar FADU UBA

Museo Aero Solar FADU UBA

Cátedra Goldenstein

El jueves 11 de abril de 2024, profesorxs y alumnxs de la Cátedra Proyectual Goldenstein de la FADU, UBA, realizaron el armado de un nuevo Museo Aero Solar, continuando ya una larga tradición de la cátedra. La construcción fue acompañada por, además de la títular de cátedra Flavia Goldenstein, Carlos Almeida y Joaquin Ezcurra, de las comunidades Museo Aero Solar y Aerocene.

En esta oportunidad, se invitó a lxs alumnxs de la Cátedra a pensar sobre el valor de la universidad pública y abierta, en el contexto del gravísismo desfinanciamiento que propone el gobierno actual, en el cual está literalmente amenazada la continuidad de clases en las universidades públicas del país.

Iniciado en conversaciones entre Tomás Saraceno y Alberto Pesavento en 2007, el Museo Aero Solar se desarrolla en el espacio formado entre participantes humanos y no humanos en los simples actos de cooperación y reutilización de bolsas de plástico para producir colectivamente una escultura aerosolar, capaz de moverse en el aire, utilizando sólo la energía del Sol.

En esta primer sesión de construcción en 2024 convocamos a defender la educación pública, la ciencia y el sistema universitario nacional.

PUERTA SOLAR – Museo Aero Solar Primaria Puerta Abierta

¿Qué es la democracia?

¿Cómo se acerca este concepto tan valioso y complejo a niños y niñas de 6 a 12 años ?

Desde las aulas empezamos a observar que escucharnos, mirarnos, entendernos, llegar a acuerdos, saber manifestar desacuerdos, pensar de a muchos/as soluciones a conflictos, aprender a vivir con otros y otras, construir en el día a día la idea de comunidad, aprender a elegir, son algunas de las acciones que hacen referencia a democratizar la vida escolar.

Para hacer visible los 40 años de Democracia ininterrumpida Argentina y todas estas acciones que democratizan la vida en la escuela, nos sumergimos  en un proyecto en el que participó toda nuestra comunidad escolar: un Museo Aerosolar.

Con el asesoramiento de Joaquin Ezcurra y Maxi Laina de la comunidad Aerocene y Carlos Almeida de la UNSAM comenzamos un proceso proyectual  que avanzaba con simples consignas y las ganas de hacer de quien se iba involucrando.

El proyecto tuvo la siguiente crónica pensada y gestionada desde la escuela:

LA CASA

Cada familia juntó en casa 5 bolsas “tipo camiseta”. Las corto como se indicó en un modelo.

LAS ASAMBLEAS

Durante el mes de octubre, en el marco de nuestras asambleas de grado, grupos de madres, padres niños, niñas y docentes unían las bolsas que trajeron  formando tiras del largo de la mesa de trabajo 2,4m.

Una vez armada la tira con marcadores indelebles dibujaban y escribían sobre la democracia Argentina.

A1A1
A2A2
A2(1)A2(1)
A3A3
A4A4
A5A5

Todas las asambleas fueron el puntapié para iniciar la reflexión acerca de la democracia como forma de vida, la importancia de trabajar y sostener nuestra democracia.

En todos estos espacios se vivía y respiraba un ambiente de festejo y potencia colectiva.

Las producciones las fuimos colgando en perchas y hasta el momento nuestro museo parecía una tintorería de largos vestidos plásticos.

LA COMISIÓN

Una comisión de madres y padres tomaron estos “vestidos plásticos” y los unieron para formar paños más amplios de 3×3 o 6×3 o 9×3. En este proceso se sumaron también por deseo propio, tías y abuelas de los niños y niñas.

Era increíble ver la cantidad de material que se iba logrando ensamblar hasta el momento, era tanto que decidimos pasar de un museo de 6x18mts. a un museo de 9 x 27 mts. Sí un paño de  243 m2

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EL ATELIER

Con los niños y niñas del primer ciclo tomamos algún paño armado para hacer experimentos lúdicos. ¿Cómo sostener, cuidar e inflar esta membrana plástica tan frágil?. Cada vez que nos metimos adentro surgió la temática de la Democracia, el vuelo y el medio ambiente.

Los niños y niñas vuelven a sentir que esa membrana había sido construida colectivamente entre familias. 

Los conceptos ya no eran para nada abstractos, toman cuerpo y surgen relatos donde la democracia, los derechos y la justicia son los personajes principales.
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Con los grupos del 2do. ciclo trabajamos con maquetas sobre el plegado. Con papel verificamos las proporciones y  la forma de plegar para alcanzar el tetraedro que define a nuestro museo.

EL ENSAMBLE

Junto a Carlos Almeida  y la comisión de padres, madres y equipo profesional, nos reunimos el sábado 25 de noviembre a terminar de ensamblar, plegar y  levantar nuestro Museo.

Tuvimos que medir una y otra vez para lograr las proporciones necesarias: 9m x 27m.

Mientras unimos todo el material decidimos poner una ventana al cielo de 9 x 1.20 metros. Plegamos dando pasos coordinados entre los que sostenían cada lado de la superficie y llegó el momento de darle aire. Había viento, bastante, pero no lo suficiente para impedir ver cómo el aire se volvía museo.

Carlos llegó a atar hilos en los vértices, desde ellos tratábamos de acompañar las direcciones que nos indicaba el viento. Fue un sábado largo, colaborativo y emocionante.

Fue un sábado largo, colaborativo y emocionante.

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EL NOMBRE

Para nombrar a este proyecto colectivo convocamos nuevamente a toda la comunidad. Cada familia propuso un nombre.

De todos los nombres propuestos se votaron tres finalistas entre la comisión  de madres y padres y los  directivos de la escuela.

Luego se colocó una urna a la entrada de la escuela para que cada familia vote.

Los nombres propuestos fueron :

  • Puertasolar
  • Aires de democracia
  • Globo de la democracia

APERTURA DEL MUSEO

El 7 de diciembre realizamos la apertura de nuestro museo Aerosolar que por votación se llamó PUERTA SOLAR.

M2M2
M4M4
M5M5
M6M6

Ahora sí, un museo lleno de aire reúne la igualdad, la memoria, la justicia, la solidaridad, la diversidad, la libertad de poder elegir, la escucha, el respeto. Estas palabras tan potentes y significativas que no existen solas, en estado puro. Se interrelacionaron en un proyecto, en pasillos, en asambleas, en charlas en recreo, en reuniones con docentes, voces singulares y voces colectivas.

Fueron creciendo con cada soplo de aire, no de golpe.

Fueron  creciendo de a muchos y muchas.

Fueron  creciendo en comunidad.

Hasta crear el globo de la democracia, una “Puerta Solar” que hizo visible y habitable la democracia escolar en Primaria Puerta Abierta.

Un proyecto donde
TODOS FUIMOS Y NOS SENTIMOS PARTE DE UN TODO

Texto Paola Salaberri, Veronica Weisberg y Ana Williams


Video1 Eugenia Serrano
Video2 Gonzalo Ramón

Agradecimientos

Estudio Tomás Saraceno

Comunidad Aeroceno

Joaquín Ezcurra y Maxi Laina

Carlos Almeida

 

Primaria Puerta Abierta

Trixie Levy

Patri Gutman

Paula Schurman

Verónica Weisberg

Ana Williams

Vicky Chillado

Paola Salaberri

Giselle Bliman

Ma. Eugenia Martinez

Diego Divenosa

Carla Mier Torre

Equipo de maestros y maestras

 

Familias que se sumaron

Carolina, mamá de Haku D’Ovidio

Eugenia y Fernando, mamá y papá de Iván Molina

Julia, mamá de Nino Levacov Vilhena

Laura, mamá de Sofi y Santi Bello

Laura, mamá de Olivia Sosa Lucía, mamá de Nico Bustos

Moira, mamá de Rochi Sandor

Karina, mamá de Lorenzo Marin Muchevicz Paula y Gonzalo, mamá y papá de Juli Ramón

Romina, mamá de Vicente Bueno

Patricia, mamá de Oliverio y Fidel Torrella Casares

Cecilia, mamá de Vera Rosenberg

Carla, mamá de Ana Luz Ardalla Baglivo Luisina, mamá de Jero y Emilia Freytes Mariana, mamá de Toto y Lulo Aimaretti

Sabrina, mamá de Miranda y León

Giselle, mamá de Liber y Teo Cura Suaya

Lourdes, mamá de Felipe Moreno

Andrés y Nadia, mamá y papá de Teo Virzi

Viviana, mamá de Ochi y Eloi Arrués

María Clara, mamá de Pepi Mosquera Fernández

Carolina, mamá de Nika DAgostino Lital, mamá de Ramiro Nicodemo

Cecilia, mamá de Ciro Marchese

Bárbara, mamá de Guadalupe Ehmke

Natalia, mamá de Simona Camilleri

Eugenia, mamá de Balta, Clemen y Jero Sosa Fernanda, mamá de Dante y Milo Szulman Iván y Luciana, papá y mamá de Santiago Lemesoff

Marta Antonio, abuela de Ana Luz

 

Agradecemos a otras abuelas y tías que participaron y a toda la comunidad de Puerta Abierta que acompañó en las asambleas y la recolección de bolsas y especialmente a todos los maestros y maestras que hicieron posible este proyecto.

La Puna no es un triángulo

Godofredo Pereira

Bajo el disfraz de la transición “verde” y la puesta en marcha de vías de descarbonización, ha surgido una nueva frontera de expansión capitalista, en forma de carrera planetaria por minerales como el cobalto, el cobre, las tierras raras y, en particular, el litio. La mayor parte de las reservas mundiales explotables de litio se encuentran en una zona conocida comercialmente como el “triángulo del litio”, una figura geométrica delineada por los salares de Uyuni en Bolivia, Atacama en Chile y Hombre Muerto en Argentina. Los salares son fondos lacustres desecados con depósitos subterráneos que contienen altas concentraciones de sales disueltas, como litio, potasio y sodio.

En 2017, creé el estudio de investigación Lithium Triangle, en el Royal College of Art de Londres, con el objetivo de examinar los impactos socioambientales de la extracción de litio. Se trataba de una colaboración de estudiantes y profesores de arquitectura medioambiental del RCA, con abogados, arqueólogos, líderes indígenas y otras personas que trabajan en el desierto de Atacama, en Chile. En aquel momento se publicaba muy poco (tanto en los medios académicos como en los periódicos) sobre las repercusiones negativas de la extracción de litio, por lo que parecía crucial poner en primer plano las realidades de la “transición verde”.

Aunque la plataforma ea-lithiumtriangle.org muestra la mayor parte de los trabajos colectivos e individuales que hemos desarrollado durante estos años, a continuación hablaré de los aspectos que me han parecido más significativos. Nuestro trabajo se centró principalmente en el Salar de Atacama. Sus condiciones climáticas hiperáridas lo convierten en un lugar perfecto para la extracción de salmueras ricas en litio. Esto implica bombear las salmueras ricas en sal desde debajo de la corteza del salar, a una serie de grandes estanques poco profundos. Con un contenido inicial de 200 a 1.000 partes por millón (ppm), la solución de salmuera de litio se concentra mediante evaporación solar para alcanzar una proporción de hasta 6.000 ppm de litio al cabo de 12 a 16 meses. Esto significa que, de media, por cada tonelada de litio se necesitan 500.000 galones de agua. Las empresas mineras de litio y cobre poseen la mayoría de los derechos para extraer agua del acuífero, lo que facilita tasas de bombeo de agua que superan su capacidad de recarga. El agua es crucial para todas las operaciones mineras, no sólo para el procesamiento del material, sino también para la fijación del polvo y para beber. Es decir, se están produciendo tasas obscenas de extracción de agua en el desierto más árido del mundo. Y en toda la región, la extracción de litio se está expandiendo a docenas de otros salares – incluyendo el Salar de Uyuni en Bolivia, que contiene los mayores recursos de litio del mundo, y cuyo gobierno firmó recientemente (enero de 2023) un acuerdo para la extracción de litio con un consorcio liderado por CATL, el mayor fabricante de baterías del mundo. Después de la plata, el oro, el nitrato y el cobre, el litio continúa la larga historia de la extracción en Atacama.

Los gobiernos y las empresas mineras han descrito históricamente el desierto como vacío -despoblado-, ocupado sólo por pequeños grupos de pueblos “subdesarrollados” o “primitivos”. Es evidente que estas descripciones y su racismo explícito tienen como objetivo facilitar los procesos de apropiación de tierras para la extracción de recursos. El desierto siempre ha sido la figura más exagerada de la mirada colonial-extractiva, un mundo descrito como inhumano, la presupuesta imposibilidad de habitarlo justifica su papel de zona de sacrificio. Me resulta obvio cómo, en su pura construcción geométrica, la idea de un “triángulo de litio” capta la esencia del saqueo colonial: la proyección de la mirada extractiva sobre territorios y comunidades, una geometría pura que ve tanto como “no ve”, que en el mismo gesto de exhumar riquezas preciosas, trayendolas desde abajo, borra todas aquellas que considera no preciosas, sean humanas o de otro tipo, convertidas en inanimadas, inhumanas, invisibles, irrelevantes.

Aunque la investigación más amplia del estudio se ha centrado en el litio a escala local y mundial, tanto contemporánea como histórica, los esfuerzos de diseño se centraron en estrategias para recuperar la tierra del control de las empresas mineras. Nuestras colaboraciones con equipos de defensa y organizaciones indígenas exploraron arquitecturas de detección y control medioambiental para que los habitantes de la zona las utilizaran contra las empresas mineras. En su primera fase, el proyecto se basó en el creciente campo de la contra cartografía, así como en el emergente enfoque forense del activismo arquitectónico, y utilizó la teledetección, el análisis multiespectral y los SIG para elaborar informes sobre los cambios medioambientales que se utilizarían en los litigios. Asimismo, propusimos herramientas que permitieran interpretar las observaciones sobre el terreno en relación con datos invisibles como los límites de las concesiones, la ubicación de los acuíferos, la profundidad del suelo, las mediciones del agua y el viento en tiempo real y la salud de la vegetación en el tiempo.

Muchos de nuestros estudiantes sugirieron dispositivos colaborativos de agregación de datos, incluyendo plataformas en línea, aplicaciones y sistemas de RA. Exploramos cómo estos podrían entrar en composición con modos no académicos de producción de conocimiento, incluyendo historias orales, conocimiento ambiental de los agricultores y tradiciones de conocimiento atacameñas de reciprocidad, cuidado y respeto por los ancestros. El otro componente clave del trabajo fue complementar las luchas por la tierra con propuestas de cuidado y mantenimiento del medio ambiente. Colaborando con los ayllus de Tulor y Beter, San Pedro de Atacama, desplegamos aspectos conceptuales y prácticos del pensamiento medioambiental atacameño para abordar los retos contemporáneos en torno a la gestión de la tierra, la desertificación, la escasez de agua y la justicia reproductiva. Muchas propuestas se centraron en las posibilidades del turismo basado en la investigación, las pedagogías ambientales y los nuevos tipos de economías botánicas, para la constitución de alternativas a la falta de empleos locales fuera de las industrias extractivas.

De manera general, pudimos confirmar hallazgos previos sobre los impactos de la extracción. Mediante un análisis plurianual por teledetección, hemos observado que la extracción de agua para la minería del litio y el cobre ha afectado a las lagunas y a la capa freática del Salar de Atacama, que la profundidad de la capa freática ha disminuido de forma constante y que la cubierta vegetal ha disminuido en los bordes del Salar. Nos encontramos con casos en los que los ecosistemas animales y microbianos se han visto afectados por la reducción de los niveles de agua, por los cambios en el flujo de agua y por los cambios en la composición química del agua; observamos cómo el polvo y las partículas liberadas por las actividades mineras generan una neblina blanca que se encuentra de forma permanente sobre el Salar. Comprobamos cómo se extrae agua no sólo en el Salar, sino también corriente arriba, cerca de los pequeños oasis que lo rodean, asentamientos precarios que dependen en gran medida de la poca agua que baja de la cima de las montañas. Comparativamente, confirmamos que las comunidades atacameñas que rodean el Salar de Atacama poseen una cantidad de derechos de agua apenas suficiente para su supervivencia.

A nivel personal, el aspecto más importante que he observado es el deterioro de las ecologías mentales en todas las comunidades del Salar. Se ha prestado poca atención académica al entrelazamiento de las ecologías sociales, materiales y mentales, ya sea en Atacama o en otros lugares. Y menos aún a los impactos mentales y psicológicos del extractivismo. Y, sin embargo, es innegable. La contaminación mental extractivista se manifiesta en el recelo reinante y en los conflictos intracomunitarios centrados en las diferentes relaciones con las empresas mineras. Las razones son múltiples: a veces se trata de posiciones divergentes sobre la compra de tierras por parte de las empresas mineras; a veces es el resultado de los impactos directos de la extracción sobre los modos de existencia agrícolas; otras veces se debe a la pesada carga que supone impugnar el extractivismo; y con frecuencia es un problema de decisión sobre las indemnizaciones, vistas por unos como un mal menor y la oportunidad de beneficiarse al menos en algún aspecto de una situación calamitosa, y por otros, como una traición a la lucha por la protección de los territorios ancestrales. Todos estos aspectos se ven magnificados por la presión política y financiera tanto del Estado como de las empresas mineras sobre los líderes y representantes locales. En Atacama, como en cualquier otra zona de extracción de recursos, la llegada de la minería supone una drástica reducción del abanico de futuros posibles, un trauma tanto para el medio ambiente como para sus pueblos.

Este proyecto llegó a su fin en 2022. Y, sin embargo, puso de relieve la importancia de resistirse a la multiplicación de los “triángulos de litio” en todo el mundo. Atacama es uno de los muchos territorios del mundo que se encuentran en primera línea de un proceso de desarrollo del que los afectados apenas se benefician. En los dos últimos años he participado en luchas similares en el norte de Portugal, de donde soy, y donde varios proyectos de extracción de litio amenazan entornos ancestrales únicos. Aunque centrarnos demasiado en el litio puede hacer que no veamos el bosque por los árboles (el verdadero problema es la dependencia capitalista del extractivismo, y el litio es sólo uno entre muchos otros metales necesarios para la actual “transición”), observo cómo la hipocresía con la que se comercializa como “verde y limpio” ha llevado a mucha gente a unirse a la lucha. Muchas personas de todo el mundo están “diciendo la verdad al poder” sobre el cinismo de una “transición verde” liderada por las empresas extractivas en lugar de por verdaderas preocupaciones medioambientales o climáticas. La Declaración de Jadar, firmada recientemente por grupos ecologistas serbios, chilenos, argentinos, portugueses y estadounidenses, demuestra la importancia de las alianzas internacionales. Pero aún queda mucho por hacer.

Como investigador, mi objetividad no se basa en una especie de distanciamiento neutral, sino en adoptar una postura clara. Necesitamos urgentemente que los múltiples mundos del mundo hagan causa común si queremos resistir a las máquinas excavadoras del capitalismo. El extractivismo inventa constantemente “triángulos de litio” y pseudogeografías similares para justificar la creación de zonas de sacrificio. Pero se trata de entornos reales, habitados por muchos seres y formas de vida diferentes, ya sean microbianas, vegetales o humanas, ancestrales, terrestres o celestes. El desierto no es un triángulo; Uyuni no es un triángulo, y sin duda, la Puna de Atacama no es un triángulo.

Disputar futuro – Resistencias al extractivismo predador colonial del litio

Melisa Argento

El brillo ciego que tienen las narrativas en torno al litio se expande a enorme velocidad, invisibilizando los impactos sociales y ambientales que representan para nuestra América Latina.

Sin duda el mundo debe abandonar el patrón fósil predador de la naturaleza y la vida. También, las pautas de consumo hipermaterializadas y descartables de los bienes, la concentración económica del capital y los modos de vida imperiales favorecidos por un sistema energético desigual. Pero lo que realmente está en juego es cómo será ese nuevo mundo, y de momento no vamos ganando esa batalla de sentido. Las agendas globales para la transición energética, basadas en la descarbonización de las economías nacionales y la reducción de la emisión de Gases de Efecto Invernadero por la vía de mercados de carbono, son las claves de un nuevo régimen eco-tecno-corporativo global. Se trata de un nuevo pacto verde, neocolonial y extractivista que tiene entre sus metas el reemplazo de la infraestructura para energías “renovables” y la industria de la electromovilidad de consumo masivo. De hecho, el incremento de ventas de vehículos híbridos y/o eléctricos pasaría de poco más de 3 millones actuales a 26 millones para 2030 y 54 millones para 2040. A su vez, la industria electrónica de celulares, notebooks y tablets (por cierto, descartables) se ha potenciado a niveles ciertamente exorbitantes.

Asistimos a una guerra por los territorios, el marco de la creciente ampliación de la frontera extractiva del litio y otro conjunto de “elementos críticos para la transición” (Informe del Banco Mundial, 2020). La concentración económica en torno a la apropiación del litio, así como la pugna interimperial por el control de los conocimientos y patentes se insertan en el seno de una disputa geopolítica (GyBC, 2019) que hoy lleva a plantear incluso la militarización de zonas consideradas “fronteras” para el capital. Todas las potencias y corporaciones globales colocan su objetivo, en el histórico “patio trasero” de sus intereses tal y como lo afirmara sin pruritos recientemente la Jefa del Comando Sur de EEUU, Laura Richardson (Página 12, 2023). El capitalismo verde es hoy el patrón de acumulación. Por dar un par de ejemplos nomás la empresa Tesla, aumentó 700% su capitalización bursátil en el año 2020. China controla el 50 por ciento de la producción mundial de electromovilidad y es el principal productor y mercado de paneles solares, molinos eólicos, energía hidráulica, energía nuclear. Todos los fondos de inversiones más relevantes del mundo se reparten cual tablero de ajedrez los territorios y salares de Argentina y Chile donde se encuentra el litio, lo mismo hacen las automotrices más importantes del mundo (Toyota, BMW, VW, Nissan, General Motors, Audi, BAIC, y los gigantes Tesla y ByD). Las empresas electrónicas Samsung, Panasonic, Huawei o Apple, y las dedicadas al almacenamiento estacionario, como Vestas, LG Chem, General Electric. Se trata de una dinámica que hemos denominado “acumulación por desfosilización y despojo” (Argento Slipak y Puente, 2022), una carrera por el control de los recursos, las patentes y conocimiento, en condiciones de crisis socio-ecológica y civilizacional.

Argentina, Chile y Bolivia poseen en sus salares altoandinos un 53% de las reservas globales y cerca de un 58% de los recursos (USGD, 2021) de litio. Esto ha convertido a la histórica región socio cultural de Atacama (Argentina, Chile y Bolivia) en el mal llamado “Triángulo del litio”, un territorio reinventado para el capital. La imagen proyectada es la de un nuevo desierto, construido como una cantera de “recursos” esperando ser “descubierta”. Igual que hace más de cinco siglos. Colonialidad y dependencia renovada que opera profundizando las desigualdades e injusticias sociales y ambientales y los conflictos ecológicos-distributivos, trasladando los costos socioambientales, la violación de derechos y despojando poblaciones.

En extremos opuestos y matrices socio-estatales completamente diversas Chile y Bolivia comparten algo y es el hecho es que el Estado tiene tratamiento sobre el litio y lo considera un recurso estratégico. Aunque considerarlo estratégico no dice nada per se. Chile es el segundo exportador mundial -luego de Australia-, con más de cuatro décadas de sobre-explotación monopólica de este recurso en el Salar de Atacama por las firmas SQM y Albemarle. En este país el litio fue declarado estratégico en los años 70, quedando la negociación de los contratos en manos del Estado por medio de instituciones centrales como la CORFO en el marco de la expansión de una normativa neoliberal. Si bien en 2015 una Comisión Nacional del litio realizó de propuestas destinadas a incrementar la captación de renta y las reparaciones hacia las poblaciones afectadas, la ampliación del tiempo de los contratos y el avance de la frontera extractiva de litio hacia nuevos salares, perpetúan los rasgos de un perfil primario exportador, con armazón de políticas neoliberales y un Estado históricamente subsidiario. Incrementando extraordinariamente sus exportaciones en el último año, el gobierno de Boric acaba de presentar su Estrategia Nacional para el litio, con planificación y agregación de valor y con participación mayoritaria del Estado, pero lo cierto es que ésta se plantea con una composición accionaria público-privada, donde no se tocan los proyectos activos hasta su finalización en 2030 y 2043 (SQM y Albemarle respectivamente), expandiendo la actividad minera con control del Estado hacia otros salares. De manera que su real capacidad disruptiva con lo que se ha hecho hasta aquí, dependerá de la reglamentación futura sobre estos anuncios.

Bolivia es sin lugar a dudas, el país que intentó desmarcarse del horizonte colonial y dependiente en torno al litio. En el año 2009 se impulsó una política soberana que declaró al Estado dueño de los recursos evaporíticos en el salar de Uyuni, (el más grande de la región). Emanada desde organizaciones y movimientos de la región potosina y presentada al MAS al inicio de su gestión, la planificación consistió en tres etapas suponían lograr la elaboración de las baterías de litio bolivianas. Empero, persistentes dificultades con la técnica de extracción en condiciones climatológicas distintas a los salares de los países vecinos y diversos grados de concentración del litio en salmuera demoraron largamente los plazos y las ganancias previstas para el país y generaron no pocos conflictos con la región potosina que demanda, el aumento de regalías sobre los recursos localizados en sus territorios. Las presiones políticas fueron externas: desde la reticencia de las corporaciones con el know-how necesario a aceptar los términos soberanos de “llave en mano” para la elaboración de plantas, hasta la presión para que Bolivia flexibilizara las condiciones de negociación con el capital trasnacional. Luego de la interrupción total del proyecto bajo el gobierno de facto de Yanine Añez, la política del gobierno del actual Arce, incentiva la meta de exportación de litio aún a costa de la apertura al capital trasnacional. Para ello, ha firmado un convenio con un conglomerado de origen chino en la construcción de dos complejos industriales que utilizarían la técnica de extracción directa (ELD).

Lejos de estos intentos, Argentina expresa el triste ejemplo de la desregulación, la poca perspectiva y voluntad política, del “dejar hacer total”. Este país posee el marco normativo más favorable al capital trasnacional. La provincialización de los recursos sancionada en 1994, el Código de Minería que rige la actividad y la Ley de inversiones mineras de 1993, consolidan el saqueo del litio en el país sin ningún tipo de regulación específica. Las empresas y corporaciones extractivas deben aportar sólo un 3% del valor en boca de mina (el valor declarado por estas mismas firmas) a las provincias, e incluso algunas han bajado este margen. La lógica del capital presiona haciendo que las provincias compitan entre ellas por tornarse más “atractivas” para las inversiones que comportan los proyectos extractivos. Todo esto lleva a la flexibilización de los controles normativos no sólo en términos económicos, sino también a los impactos ambientales y los permisos para usos de agua.

En la actualidad, Argentina cuenta con sólo dos proyectos en etapa de extracción: El de la norteamericana Livent, que inició su explotación en los años 90 sobre el Salar de Hombre Muerto. Y el de Sales de Jujuy en la provincia homónima (ex Orocobre ahora Allkem de Australia), Toyota (Japón) y JEMSE (Jujuy), que inició su extracción desde el salar de Olaroz en el año 2015 y se encuentra en etapa de ampliación hacia duplicar prácticamente su capacidad. El tercero es Minera Exar (Jujuy) con un proyecto en fase de construcción en el salar Cauchari (con accionistas de la china Ganfeng Lithium, la canadiense Lithium Americas y una pequeña participación de JEMSE). Sin embargo, existen cerca de 50 proyectos en etapas previas en todo el país, y ya no sólo en la puna donde todos los salares se encuentran repartidos, sino en otras provincias y regiones, llegando incluso a la Patagonia. El país exporta hoy 40 mil toneladas de carbonato de litio, pero se pretende pasar a más de 300 mil toneladas, sin que exista ningún estudio ambiental integral y acumulativo acerca de qué significaría escalar esa cifra exorbitante.

La minería de litio es una minería de agua, que en las cantidades proyectadas, opera generando el riesgo de estrés hídrico, la posible salinización de napas dulces y/o la sequía de vegas u “ojos de agua” naturales que son las fuentes acuíferas para la vida en un ecosistema que se caracteriza por ser frágil. Las cifras de uso de agua para esta minería estimadas van desde 2 millones de litros de agua por tonelada de carbonato de litio hasta 5 millones en casos que varían de proyecto en proyecto (por las condiciones de cada salar, grado de concentración del mineral, y la técnica utilizada).

No hay futuro en el extractivismo del litio.

Las poblaciones y comunidades que habitan los salares y resisten el racismo histórico desde la época colonial, así como la conformación del Estado Nación, son las principales afectadas por la minería del litio. Se destruyen las actividades económicas productivas preexistentes, el trabajo ligado a la extracción de la sal, la agricultura y cría de animales, violentando los modos relacionales del cuidado con la naturaleza, los saberes y conocimientos ancestrales, las identidades y los cuerpos que resisten y re existen cotidianamente. El cuidado es uno de los ejes que articula la resistencia a la expansión incesante de la acumulación del capital. La defensa del territorio del agua-vida expresa una comprensión integral de las cuencas con sus salmueras, lagunas, vegas y bofedales. Estos humedales son reserva de conocimientos y saberes sobre la supervivencia de las especies y la vida humana en condiciones extremas, reguladores hídricos conformados por ciclos lentos y naturales, sumideros de carbono. Así, su defensa se articula en las luchas socioambientales que exigen la sanción de la #Ley de Humedales Ya! en Argentina.

Esto lo saben las comunidades kollas y atacameñas de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc que llevan más de diez años defendiendo sus territorios. “El agua vale más que el litio” dicen, “Nosotros no comemos baterías” afirman y en estas consignas de lucha expresan la crítica universal más radical contra los modos en que se está pensando una transición sólo para las potencias globales. Se trata de comunidades indígeno-campesinas que exigen el respeto a la autodeterminación territorial como lógica democrática de reconocimiento por ser quienes habitan estos territorios de manera ancestral. Rechazan las intervenciones empresariales de fragmentación organizativa o de “participacionismo débil,” y bregan por formas autodeterminación. Sostienen la defensa del agua y los salares como bienes comunes, y conciben el territorio integral como cuencas hidro-sociales. En sus luchas, exigen ser consultadas de acuerdo a la Consulta Previa Libre e Informada que rige el convenio 169 de la OIT y que se respeten todos los derechos indígenas constitucionales sistemáticamente vulnerados el país. Exigen la implementación de estudios de impacto ambiental sobre su territorio, y piden que se cumpla la normativa ambiental. Proponen lógicas de conocimiento basadas en la ecología de saberes, que reconozca, estudie y avale los saberes, experiencias y conocimientos locales.

Sus luchas se articulan con las de un conjunto de territorios afectados por la minería de litio en Antofagasta de la Sierra en Catamarca, así como en la región de Atacama y Copiapó en Chile, con comunidades Likanantay y collas, actores y asambleas socioambientales de estos territorios y movimientos que proponen la defensa de las cuencas de agua y de los salares y humedales altoandinos. Es en la articulación de sus propuestas, y con las que emanan de un conjunto de otros movimientos socioambientales, campesinos, sectores populares urbanos, feminismos, ecofeminismos y militancias juveniles, se encuentran las claves de los movimientos por una justicia que sea social y ambiental, o las alternativas hacia una transición socio ecológica justa y popular.

Referencias:

Agencia Internacional de Energía (2021). The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions.

Argento Melisa, Ariel Slipak y Florencia Puente (2022). El litio y la acumulación por desfosilización en Argentina. En Svampa Maristella y Pablo Bertinat (Coords.) La transición energética en la Argentina. Una hoja de ruta para entender los proyectos en pugna y las falsas soluciones. Siglo XXI. Buenos Aires, 2022.

GyBC (2019) Triángulo del litio. Un área de disputa estratégica entre potencias globales en nombre de la transición energética. Informe del Grupo de Estudios en Geopolítica y Bienes Comunes. Instituto de Estudios de América Latina y El Caribe, diciembre de 2019.

Fornillo, Bruno (Coord.) (2019). Litio en Sudamérica. Geopolítica, Energía y Territorios. Editorial El Colectivo, CLACSO. Buenos Aires.

OLCA, (2020), Institucionalidad del diálogo territorial. La privatización del diálogo. Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales. Santiago de Chile

Página 12, 11/04/23. La jefa del Comando Sur de Estados Unidos vuelve a la Argentina, con la mira en los recursos naturales y el vínculo con China. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/539165-la-jefa-del-comando-sur-de-estados-unidos-vuelve-a-la-argent?ampOptimize=1

U.S. Geological Survey (2021) “Mineral Commodity Summaries 2021” U.S. Department of the Interior. United States of America.

 

The way it is – From Greta Thunberg to Aerocene in Salinas Grandes

The image on the cover of Greta Thunberg’s The Climate Book is enough to gauge the scale of the disaster. A series of vertical stripes show the progressive rise in global temperatures from 1654 to 2021, in resemblance to what could be a colorful Agnes Martin, the collective work of humanity’s feverish growth over the past decades. Each of the stripes indicates the average temperature of a year, from the deep blue of the first, coldest years to the deep red of the last. These are the warming stripes, created by Ed Hawkins at the University of Reading to show at a glance the unmistakable progress of global warming. They can be downloaded for free from showyourstripes.info, including those of Argentina, an abstract picture of the disaster that we too, aided by the countries of the North, were able to achieve.

The image is irrefutable but only the trigger for a tenacious crusade that now comes in the form of a book, a “Climate Bible”, polyphonic howl of a hurting world. “We tell it like it is,” Greta writes in one of the forewords that open each section, because she believes that not only are we unaware of the emergency, but we have not realised that we are unaware, a double capital fault that can only be repaired with clear and accurate information. The story she wants to tell – “the world’s biggest story” – could start with a couple of alarming figures. Average global temperatures have risen by 1.2°C since pre-industrial times, and although in the 2015 Paris Agreement almost every country in the world committed to limit warming to below 2°C (ideally below 1.5°C), the UN Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) estimates that, with current policies, it will reach 3.2°C by 2100. In defiance of expert warnings (by the late 1970s there was already scientific consensus on increasing global warming), annual carbon emissions since 1991 have exceeded those of the rest of human history. The explosive growth of the 20th century tripled the world’s post-World War II population, quadrupled water consumption, increased marine fish catches sevenfold and fertiliser consumption tenfold. And while the whole world suffers the consequences, we are not all equally responsible. The greatest population growth was in the global South and most of the consumption was driven by the United States and Europe. The richest 10% of the world’s population causes 50% of our carbon emissions, more than double the emissions of the poorest half of the world.

We do not know the end of the story, but science does its best to remind us that there have been five mass extinctions in the last half a billion years, each in turn wiping out three quarters of the planet’s species, and we are blindly heading towards a sixth, the first caused by a biological agent, humans, the drivers of “infinite growth on a finite planet”.

From this account, it becomes clear that in the light of a multidimensional crisis, solutions will have to be collective but also individual. The critical tipping point for changing individual behaviour, sociology points out, is a committed minority of 25%; popular protest, activism and environmental movements, especially of young people and women, are trying to reach it in defiance of the silence of the mass media. “If I were asked which industry is most responsible for the destruction of life on the planet,” writes George Monbiot, writer and columnist for The Guardian, “I would say the media”. Through their complicity, their blindness, or their idleness, “they are the engine of persuasion that allows the system of destruction of the Earth to persist”. It is therefore necessary to demand clear environmental platforms from political parties, but also to refocus the world’s attention, gaining space in the mainstream media and redoubling efforts in alternative media, seeking new channels and encouraging new collective enterprises. El gato y la caja, for example, a platform for scientific research and dissemination created by a collective of young Argentines to generate public communication content on science in digital media – “more science, in more places, for more people” – and a collection of books, also available free of charge. In tune with Greta’s initiative, the latest, Clima, made openly and communally, convened a group of scientists, economists and activists, to tell “the biggest design challenge of all time” from a regional perspective.

However, individual will alone is not enough to implement fair and equitable climate mitigation and renaturalisation. Environmental biologist Robin Wall Kimmerer proposes “aligning economies with the laws of nature” and reminds us that “ecology” and “economy” share the same Greek root, oikos, meaning “house”. There will be no decarbonisation without a profound redistribution of wealth, Thomas Piketty asserts, and proposes creative solutions: “A modest global wealth tax on billionaires with a pollution surcharge could generate 1.7% of global revenues, which could finance most of the additional investments needed per year to cover climate mitigation efforts”. The proposal is sensible in an absurdly unequal world, but it will not be easy to stand up to the voracity and social deafness of the big corporations.

In the discourse of politics, economics and sometimes even science, a narrow pragmatism reigns, incapable of imagining what is to come, art does not conform to this impoverished version of realism; it gives material and visible entity to metaphors, reveals the limits of the imagination and makes realistic fantasies that at first sight are impracticable.

This is what happens in the practice of the Aerocene community who for years has been undertaking networked projects (“doing something”, Tomás Saraceno says, “that none of us could do alone”), in which the frontiers between science, technique, social theory and art are diluted like the horizon line of the Salar de Uyuni, where their first balloons flew, until they are recomposed in a fluid practice that is its own odyssey of space and perhaps its redefinition of art in the 21st century. In January 2020, a woman flew freely in a balloon for 16 minutes without the use of fossil fuels, helium or lithium, over the white sea of Salinas Grandes in the province of Jujuy. Fly with Aerocene Pacha broke 32 records with the most sustainable flight in human history, carrying the message proposed by the indigenous communities, who for more than a decade have been fighting for their rights in the face of resource extraction in the region: “Water and life are worth more than lithium”. The feat was documented in the film Pacha, which three years later, in mid-January, was screened in front of many of the protagonists in San Francisco de Alfarcito, a village of less than a hundred inhabitants, nestled in the clouds on the high plateau of Jujuy at an altitude of 3,500 metres above sea level.

There, the Aerocene community brought together environmental lawyers, human rights and nature rights activists, geopolitical and commons experts, writers and academic specialists in the region’s conflicts with a large group of representatives of the indigenous communities of Salinas Grandes and Laguna de Guayatayoc, to strengthen the defence of the territory, subjugated by extractivism with a high environmental impact, doubly strengthened by the global demand for lithium that promises to implement electromobility. The way it is: with very little return for the country, a paradoxical “green colonialism” that will only benefit the energy transition of the North, depredates ecosystems and the dwindling resources of the people. It is time to imagine ways for our energy transition with fair and democratic strategic planning, attentive to environmental impact. On the parched football pitch in Alfarcito, one of Aerocene’s aerosolar sculptures took flight this time with a new message, epitome of the synergy of the debates: “In complementarity, we take care of water”. But can art really redesign the future?

A clear example of what the Chinese philosopher Yuk Hui calls “cosmotechnics”, the work of the Aerocene community aspires to a historically, cosmologically and locally situated technology. It does not want to push the boundaries of art at the expense of technique, but the idea relies on encouraging a more ambitious and promising dialogue. Since modernity, we have been thinking about how new media has changed the languages of art, but their interdisciplinary projects have raised a more important question and some inspiring answers: how can the imagination of art transform technology? For example, by preserving that moving continuum of earth and air of the salt flats, fragile remnants of a sublime landscape that indigenous communities have preserved for thousands of years?

According to The Climate Book, Indigenous peoples make up only 5% of the global population and occupy less than a third of the planet’s territories, yet they are responsible for preserving 80% of the Earth’s diversity. On the thirsty altiplano of the Puna, they continue to guard the water and salt flats, in immemorial harmony with the starry sky, llamas, vicuñas, cacti and a few olive trees.

Las cosas como son – De Greta Thunberg a Aerocene en Salinas Grandes

Graciela Speranza

Bastaría con la imagen que ilustra las tapas de El libro del clima (Lumen, 2022) de Greta Thunberg para calibrar la escala del desastre. Una serie de franjas verticales muestran el aumento progresivo de las temperaturas globales desde 1654 hasta 2021 en una especie de Agnes Martin colorido, obra colectiva del crecimiento afiebrado de la humanidad durante las últimas décadas. Cada una de las franjas indica la temperatura media de un año, desde el azul profundo de los primeros, los más fríos, hasta el rojo intenso de los últimos. Son las warming stripes, creadas por Ed Hawkins en la Universidad de Reading para mostrar de un vistazo el avance inequívoco del calentamiento global. Pueden descargarse gratuitamente de showyourstripes.info, incluso las de la Argentina, un cuadro abstracto del descalabro que también nosotros, ayudados por los países del Norte, supimos conseguir.

La imagen es inapelable pero apenas el disparador de una cruzada tenaz que cobra ahora la forma de un libro, una “Biblia del clima”, Aullido polifónico de un mundo dolido. “Decimos las cosas como son”, escribe Greta en uno de los prólogos que abren cada sección, porque cree que no sólo no somos conscientes de la emergencia, sino que no hemos caído en la cuenta de que no somos conscientes, una doble falta capital que solo se repara con información clara y certera. La historia que quiere contar —“la mayor historia del mundo”— podría comenzar con un par de cifras alarmantes. Las temperaturas globales medias han aumentado en 1,2 °C desde la era preindustrial y, aunque en el Acuerdo de París de 2015 casi todos los países del mundo se comprometieron a limitar el calentamiento por debajo de 2 °C (idealmente, por debajo de 1,5 °C), el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) estima que, con las políticas actuales, hacia 2100 alcanzará los 3,2 °C. Desoyendo las advertencias de los expertos (a fines de los setenta ya había consenso científico sobre el creciente calentamiento global), desde 1991 las emisiones anuales de carbono han superado las del resto de la historia humana. El crecimiento vertiginoso del siglo XX triplicó la población del mundo después de la Segunda Guerra Mundial, cuadriplicó el consumo de agua, multiplicó la captura de peces marinos por siete y el consumo de fertilizantes por diez. Y aunque el mundo entero sufre las consecuencias, no todos somos igualmente responsables. El mayor crecimiento de población se dio en el Sur global y la mayor parte del consumo fue impulsada por Estados Unidos y Europa. El 10% más rico de la población mundial causa el 50% de nuestras emisiones de carbono, más del doble de las emisiones de la mitad más pobre del mundo.

Desconocemos el final de la historia, pero la ciencia cumple en recordarnos que en los últimos quinientos millones de años ha habido cinco extinciones en masa que acabaron cada una a su turno con tres cuartas partes de las especies del planeta, y nos encaminamos sin control hacia la sexta, la primera causada por un agente biológico, el ser humano, propulsor de “un crecimiento infinito en un planeta finito”.

Frente a una crisis multidimensional, las soluciones deberán ser colectivas pero también individuales. El punto de inflexión crítico para cambiar el comportamiento individual, apunta la sociología, es una minoría comprometida del 25%; la protesta popular, el activismo y los movimientos ambientalistas, sobre todo de jóvenes y mujeres, intentan alcanzarlo desafiando el silencio de los medios masivos. “Si se me preguntara qué industria es la más responsable de la destrucción de la vida en el planeta”, escribe George Monbiot, escritor y columnista de The Guardian, “diría que los medios de comunicación”. Con su complicidad, su ceguera o su desidia, “son el motor de persuasión que permite que el sistema de destrucción de la Tierra persista”. Se impone por lo tanto exigir plataformas ambientales claras a los partidos políticos, pero también reenfocar la atención del mundo, ganar espacios en los grandes medios y redoblar los esfuerzos en medios alternativos, buscando nuevos canales y alentando nuevas empresas colectivas. El gato y la caja, por caso, una plataforma de investigación y divulgación científica creada por un colectivo de jóvenes argentinos para generar contenidos de comunicación pública de ciencia en medios digitales — “más ciencia, en más lugares, para más personas”—, y una colección de libros, también disponibles en forma gratuita. En sintonía con la iniciativa de Greta, el último, Clima, hecho en forma abierta y en comunidad, convocó a un grupo de científicos, economistas y activistas, para contar “el desafío de diseño más grande de todos los tiempos” desde una perspectiva regional.

La voluntad individual, sin embargo, no alcanza para poner en marcha una renaturalización y una mitigación climática justa y equitativa. La bióloga ambiental Robin Wall Kimmerer propone “alinear las economías con las leyes de la naturaleza” y recuerda que “ecología” y “economía” comparten la misma raíz griega, oikos, que significa “casa”. No habrá descarbonización sin una profunda redistribución de la riqueza, asegura Thomas Piketty, y propone soluciones creativas: “Un modesto impuesto a escala mundial sobre la riqueza a los multimillonarios con un recargo por contaminación podría generar el 1,7% de los ingresos globales, lo que podría financiar la mayor parte de las inversiones adicionales necesarias al año para cubrir los esfuerzos de mitigación climática”. La propuesta es sensata en un mundo absurdamente desigual, pero no será fácil enfrentarse a la voracidad y la sordera social de los grandes consorcios.

En el discurso de la política, de la economía e incluso a veces en el de la ciencia reina un pragmatismo estrecho, incapaz de imaginar lo que vendrá. El arte, sin embargo, no se conforma con esa versión empobrecida de realismo. Los lenguajes del arte, en un diálogo abierto con otros saberes, otras formas de vida y otras especies, da entidad material y visible a las metáforas, revela los límites de la imaginación y vuelve realistas fantasías a primera vista impracticables.

Sucede en la comunidad Aerocene, que emprende desde hace años proyectos en red (“hacer algo”, dice Tomás Saraceno, “que ninguno de nosotros podría hacer solo”), en los que las fronteras entre ciencia, técnica, teoría social y arte se diluyen como la línea del horizonte del Salar de Uyuni, donde volaron sus primeros globos, hasta recomponerse en una práctica fluida que es su propia odisea del espacio y quizá su redefinición del arte en el siglo XXI. En enero de 2020, una mujer voló libremente en globo durante 16 minutos sin uso de combustibles fósiles, ni helio o litio, sobre el mar blanco de Salinas Grandes en la provincia de Jujuy. Vuela con Aerocene Pacha batió 32 récords con el vuelo más sustentable de la historia humana, llevando el mensaje propuesto por las comunidades indígenas, que desde hace más de una década luchan por sus derechos frente a la extracción de recursos de la región: “El agua y la vida valen más que el litio”. La proeza se registró en Pacha, el film que tres años más tarde, a mediados del pasado enero, se proyectó ante muchos de los protagonistas en San Francisco de Alfarcito, un pueblo de menos de cien habitantes, recostado entre las nubes en el altiplano jujeño, a 3.500 m de altura.

Allí mismo, la comunidad Aerocene reunió durante dos días a abogados ambientalistas, activistas de derechos humanos y derechos de la naturaleza, expertos en geopolítica y bienes comunes, escritoras y especialistas académicos en los conflictos de la región con un grupo numeroso de representantes de las comunidades indígenas de Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, para fortalecer la defensa del territorio, avasallado por un extractivismo de gran impacto ambiental, doblemente afiebrado con la demanda global de litio que promete instrumentar la electromovilidad. Las cosas como son: con escasísimos réditos para el país, un paradójico “colonialismo verde” que sólo beneficiará a la transición energética del Norte depreda los ecosistemas y los menguados recursos de los pobladores. Es hora de imaginar vías para nuestra transición energética con planificación estratégica justa y democrática, atenta al impacto ambiental. En la reseca cancha de fútbol de Alfarcito, una de las esculturas aerosolares de Aerocene remontó vuelo esta vez con una nueva consigna, epítome de la sinergia de los debates: “En complementariedad, cuidamos el agua”. Pero, ¿puede realmente el arte rediseñar el futuro?

Claro ejemplo de lo que el filósofo chino Yuk Hui llama “cosmotécnica”, la obra de la comunidad Aerocene aspira a una tecnología situada histórica, cosmológica y localmente. No quiere ampliar los límites del arte a expensas de la técnica, sino alentar un diálogo más ambicioso y prometedor. Hemos estado pensando desde la modernidad cómo los nuevos medios han cambiado los lenguajes del arte, pero sus proyectos interdisciplinarios han planteado una pregunta más importante y algunas respuestas inspiradoras: ¿cómo puede la imaginación del arte transformar la tecnología? ¿Cómo, por ejemplo, preservando ese continuo móvil de tierra y aire de los salares, restos frágiles de un paisaje sublime que las comunidades originarias han sabido conservar durante miles de años?

Los pueblos indígenas son apenas el 5% de la población global, se lee en El libro del clima, y ocupan menos de un tercio de los territorios del planeta, y sin embargo son responsables de preservar el 80% de la diversidad que vive en la Tierra. En el altiplano sediento de la Puna, siguen custodiando el agua y las salinas, en armonía inmemorial con el cielo estrellado, las llamas, las vicuñas, los cactus y algunos olivos.